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5TO ENCUENTRO MARIA CHER. MUJERES QUE INSPIRAN

Yo vine a hablarles de la felicidad, y menos de mí… algo voy a decir, porque todos hablaron de su vida, y yo voy a hablarles de la mía también pero…

Yo vengo a hablarles de la felicidad desde el estado. Primero decir que la felicidad para mí es la canción de Serrat: “de vez en cuando la vida te besa en la boca”,  y eso no puedo decir que no, ¡me han besado bastante en la boca!

La felicidad es un destello en el cuerpo, es una cosa que uno sabe cuándo le pasa, no sabe mucho como es ni quiere hacer filosofía, pero uno siente algo tan distinto a lo cotidiano, siente de golpe en los brazos de alguien a quien ama o teniendo en los brazos alguien a quien ama, o en un momento que está bailando desenfrenadamente con un grupo humano que casi no conoce o en alguna playa, aún solitaria uno está… acá se habló tanto de mirar a los ojos. Después viene que te levantas, que trabajas, que llegó el gas, que te peleas, que decís que el amor es frágil, que te ahogan, que no te ahogan, que hay que independizarse de los padres, que hay que matarlos simbólicamente, después hay que renovarlos, después hay que volver, te quedaste sin trabajo, después no tenés futuro, después te dijeron hay mucho futuro, después no tenés más futuro, después te dieron una teoría y hablas de los actores sociales, después cayó la teoría… ¡la felicidad se empieza a poner confusa!

Pero, los poetas que son los que saben y  la gente cuando se sincera, toda la gente, bueno… te dice que es más feliz amando, sintiendo amor, diciendo ah, yo soy capaz de sentir amor, y hay gente que es mucho más feliz siendo amada, ni se plantea sentir amor, ni se le ocurre. Para algunos es la tierra, es caminar descalzo en la arena o en la casa, o los niños gateando, o la fiesta ritual o tribal, o la percusión, o la danza, con los pies bien puestos y el cuerpo en el eje. Para algunos es la tierra, es la fecundidad, son los hijos, son los que andamos en dos patas y nada más.

Lo cierto es que para algunos solo el colectivo te hace feliz,  sólo los otros te dicen quien sos, sólo los otros te dan amor,  sólo los otros no te dejan solo. Y para otros, sobre todo adolescentes, quieren desesperadamente estar solos, “abandoname mamá”, “no me mires mamá más”, “no me miraste de chica no me mires ahora”.

Lo cierto es que, nosotros andamos haciendo un Congreso de niños, y preguntando en una encuesta, ¿qué es lo contrario del amor? y prohíbo que me digan el desamorar, o la infelicidad ¿qué es lo contrario de la felicidad? Y hay muchos de 4 que no saben escribir, por supuesto, dicen “miedo”. Para el niño pequeño no es “desamor”, es “miedo”, miedo a que no lo quieran, miedo a que no lo acepten, pero también miedo a que los padres desaparezcan de golpe, muchos chicos que te cuentan que van a esperar a los refugios a sus padres porque están criando, siendo chiquitos, a sus padres.

¿Qué tiene que ver para mí la felicidad con la niñez? Primero, lo de la felicidad lo dejo aquí, es cierto que es el tema de este encuentro porque todos caímos en lo mismo, todos terminamos hablando de mirarse a los ojos, y todos terminamos hablando de la felicidad, y todos terminamos hablando de cómo cambiar las cosas. Esto no hubiera pasado hace 20 años, 30 no les cuento, 35 años de democracia… estaríamos pensando en cómo salvar la vida, de la felicidad ni pensar.

¿Qué tiene que ver la felicidad con la niñez? Bueno, dicen los que saben, que un chico cuidado, pero sin nada de afecto, tiende a morirse. Los chicos no saben la división cuerpo mente, tampoco saben pensar y hacer, hacen, hacen, hacen, descubren, exploran, miran, inventan, y piensan a la vez y van construyendo , y escuchan la voz de la madre, y el espacio, y el tiempo, por todo eso y por mucho más, porque un niño cree que hay un mundo debajo de la arena, cree que hay hormiguitas detrás de las paredes, cree que lo visitan las princesas y los gnomos, creen que hay un mundo dentro de otro mundo. Parece ser que ese mundo poético se va estrechando, hacia el mundo cotidiano, o hacia el comercio del mundo poético, de una manera notable. Por todo esto, por esa dependencia del amor, por esta inseparabilidad corporal, por esa existencia en la acción, el niño sabe muchísimo de la felicidad y sabe muchísimo de la infelicidad, del miedo, está siempre al borde de la inseguridad y del miedo, por más amor que tenga.

De mi vida decirles… me pasé la infancia buscando gnomos porque, claro, eran clase media que iban a Mar del Plata a la playa Bristol, y entonces para tenerme tranquila, capotita, ¿qué dijo mi padre? Mi padre se arrodilló, tengo fotos, la primer foto de mi vida, se arrodilló al año y me dijo “debajo de la arena está el mundo de los gnomos mágicos”, y yo me pasé diez años buscando gnomos debajo de la arena… pero después me vengué y encontré los gnomos, que eran los niños, y al final todos estos parques me enseñaron que las políticas públicas son los niños.

Pero mi madre, una vez la llamaron a la escuela, y la hermana Juliana que dirigía el jardín le dijo “Elvirita, la nena es tan imaginativa” (imaginen el tono…) Mi madre no dijo nada, dijo “si, es muy imaginativa” y nos fuimos. Íbamos caminando, yo le tenía vergüenza a mi madre, no miedo, vergüenza y yo iba con los ojos bajos de la mano, ella firme con un vestidito a lunares, y en un momento se me ocurre decirle llorando “dijo que era una mentirosa mamá, ¿no?” y ella dijo “nunca se te ocurra repetir eso, dijo que eras una inventora, que inventabas cosas y los que inventan no mienten, desde ahora te lo digo, los que inventan no mienten”.

¿Y qué tiene que ver el Estado? El Estado tiene que garantizar derechos primero de todo el de la Educación, al nombre, a la Cultura, al Trabajo, a la libre expresión, etc, para que sea más fácil obtener ciertas cosas de felicidad, pero cuidado con la postmodernidad, en esto, porque en otras cosas si me gusta, cuidado, también nosotros tenemos que garantizarle felicidad a los otros, si tenemos derechos garantizados la felicidad es una gran libertad, bien administrada es una riqueza enorme bien distribuida, somos pasadores, pasadores de felicidades, pasadores de momentos, pasadores de historias, pasadores de memorias, que se nos murieron treinta mil, treinta mil que no sabemos dónde están, y nosotros estamos en treinta años de democracia como si nada hubiera pasado. Por los treinta mil y por tantos otros jóvenes que desasieron sus vidas deberíamos entender que la felicidad es un don precioso que se reparte. El Estado debe garantizarlo pero en el caso mío, por los gnomos, por la arena, por mi madre, no sé porque razón, di con la Provincia de Santa Fe, que vieron que era una locura hacer lo que yo proponía, que era hacer seis parques, que era millonada de pesos, ¿para ser feliz? era una locura total. Cuando vos tenés toda la educación de la provincia, cuando tenés problemas sociales muy serios, muy bien… y que no me importaba si era en el centro, en los barrios. En Santa Fe está en los barrios más pobres. Y que de golpe yo quería mezclar a la gente, y empezaron a venir jóvenes desde soldadores a doctores en educación, y desde músicos a artistas, y ahí aparecen los Trípticos.

La Felicidad es, me enseñó Inés Saavedra, Juanele Ortiz, el infinito en el instante. Yo espero que ustedes vivan el infinito en el instante y se acuerden de que el hombre no vive sólo para tener derechos básicos, el hombre vive para ser libre, la mujer vive para ser libre, para hacer de su vida algo precioso, para transmitirlo a otros, para contar una historia que sigue, para ser feliz. Y para ser feliz hay que entender lo de la arena, lo de los gnomos debajo de la arena. En esos Trípticos uno puede hacer una manta para abrigarnos todos, uno puede descolgar estrellas de un cielo colectivo, pero moviéndose, moviéndose en las ciudades, en la vida, en el mundo, que después de todo se creó para nosotros, imaginando, transitando. Lugares en donde la poesía sea posible, donde uno cambie figuritas, diga “tu boca por la seducción”, “una calle vacía y fría por la pobreza”, que no sean estereotipos de gente mirando a cámara victimizada, que de golpe podamos sustituir cosas porque somos los únicos sustituidores del planeta, porque los animales no lo hacen, los únicos que pueden imaginar y sustituir y componer, y combinar alma con medida, mate con mayonesa, esas combinaciones enormemente distantes que no son madre hijo, ni silla ni mesa. Él que se puede desplazar y decir, yo soy el Arroyo Saladillo, yo soy el árbol donde mi abuela me contaba los cuentos, yo soy la gallina roja que mi abuela mataba los domingos, él que puede ponerse en las cosas, eso es una persona. Y es el mundo poético, que los niños saben dónde está, y saben que existe el que vale.

Por eso termino con Alicia en el País de las Maravillas, ¿ustedes en que creen? Yo creo en la cola de Violeta cuando era chiquita y la limpiaba bien y le ponía mal los pañales y le salía el pis por acá. Yo creo en la mirada de Catalina cuando se despierta. En la carcajada de Oliverio. En el teatro de Matías. Yo creo en mi madre de lunarcitos.  Muy bien, ¿Alicia en que cree? Cuando tiene que ir ella, una nena de 16 años vestida con armadura y con la espada bórtica tiene que ir a matar al Jabberwocky, que es el que corta las cabezas de todo el mundo, ella sola dice “me enseñó mi padre un credo”: Yo soy Alicia, yo creo en las pócimas que me hacen crecer  (por favor, es metafórico, pongan ustedes cuales son las pócimas que los hacen crecer, no?), yo creo en las pócimas que me hacen chiquitita, yo creo que los animales hablan, que las cosas me hablan, yo creo que los gatos vuelan, yo creo en los cuentos, yo creo en las imágenes, las mías, las de mi abuela, las de dos siglos atrás, yo creo en las narraciones, yo creo en el País de las Maravillas (que es Argentina, no es otro) y yo soy Alicia, yo puedo vencer el miedo, yo voy a agarrar la espada bórtica y yo voy a descabezar al Jabberwocky .

Acá yo brindo, por todos ustedes, las que son Alicia, por los conejos blancos, que no sólo las acompañan sino que a veces le hacen el camino hacia el castillo de la Reina Blanca. Quiero que sean las Alicias y los conejos, los que van vestidos a la fiesta de casamiento de Alicia, quiero que sean los dos y voto por ellos, voto por todos los que se animan todos los días a enfrentar la vida porque eso no es fácil, a resistirla, voto por los que quieren repartir la riqueza del mundo, por los que no se quieren quedar con lo de los otros, voto porque se repartan las palabras, se reparta la imaginación, y que todos los inventos de este mundo no sean mentira y por sobre todo que el miedo sea vencido por la espada Bórtica. Gracias.

Habilidades

Publicado el

26 octubre, 2017