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Los Antonios para chicos

Los Antonios para chicos. De Berni a Seguí.

Antes… mucho antes que las obras de arte se «abrieran» a los chicos, como cajas de sorpresa o caleidoscopios donde la vida jamás tiene la misma forma… antes, estaban los niños presentes en los cuadros, a veces jugando en la estética del artista y otras en el temblor de la mirada implacable por la inocencia y revelación a la que nos enfrentaban.

La infancia no es sólo un tema, ni una metáfora o alegoría…. La infancia es otra cosa: el lugar donde comenzaron las imágenes, esa estación de todo viajero que se desvía.

Y los artistas lo saben. Por eso deben estar felices cuando los niños de la era del Mercado y del consumo, recorren sus exposiciones mirando aquí y allá, comprenden y disfrutan de ese mundo extraño que se parece más a los sueños que a la vida, a los miedos que al shopping, a los cuentos que a los noticieros de la TV. Es hermoso comprobar cómo los chicos construyen maravillas con las técnicas del artista, manipulan materiales, convocan colores y texturas, seleccionan y combinan como, si al fin, hubieran nacido para eso.

Pero un día, nos propusimos mucho más: pasamos los cuadros al volumen para que los chicos anduvieran por ellos como en su propio territorio o les enseñamos a buscar los ojos entre muchas miradas, a encontrar la fuerza dramática de los cielos, la poesía de la luna y la magia de la ciudad de cada día. Todas las operaciones creativas fueron llamadas para esta empresa: las lógicas, las imaginarias y las que modelan el sentido. No se nos ocurrió dividir lo ético de lo estético, lo dramático del humor, la dignidad humana de la fiesta, ni soslayar lo siniestro, lo absurdo y lo grotesco.

Entonces era tiempo (justo a tiempo) de recurrir al juego, ese «trabajo» de la infancia que todo lo construye y deconstruye, que ordena los términos, los complejiza, los iguala y desordena. El juego le puede al caos y al simulacro, crea ficciones imposibles y nos hace sentir en vivo y en persona, directo al corazón del otro. El juego reúne a los grandes y a los chicos en la aventura de inventar, transformar y convivir. Es al fin el cuerpo en movimiento, el pobrecito cuerpo que no quiere separar las sensaciones de los conceptos ni la imaginación de los afectos.

Todo en verbo: tocar, hacer personajes, mirar de otro modo, diseñar, entrar y salir, ordenar los trozos en el rompecabezas, reconocer el todo por la parte, armar secuencias, encontrar la cercanía, la continuidad, el conflicto. Andar por la Muestra como dueño del tiempo y el espacio y entonces sabe quién es y lo comparte.

Y volvimos por más. Le pedimos al lenguaje plástico y objetual que nos sirviera de cruce con todos los lenguajes: el verbal y escrito, el corporal, el sonoro, teatral, audiovisual, informático, etc. y organizamos ofertas educativas atravesadas por lenguajes múltiples y múltiples tecnologías: la computadora, el video, el cine, tienen un lugar fundamental en la cultura y en la tarea de aprender.

Todavía no hemos comenzado a hacer historia: de las visitas guiadas a los talleres, de las muestras interactivas a la pluralidad de sentidos y soportes, del museo cerrado al participativo, de los espacios de la elite a los tiempos de la democracia. De la escuela a la ciudad, de la «Usina» a la escuela.

Hemos encontrado en Berni y sus infancias y Seguí con su ciudad mágica otras cosas: el compromiso, el modo más eficaz de hablar de nosotros y de los espacios en que vivimos, el retrato de la dignidad de las personas y sus derechos y además delirio, provocación, testimonio y un permiso enorme para crear.

Los dos Antonios nos regalan sus imágenes, sus ciudades invisibles que no pesan ni duelen y resisten el tiempo, el viaje y la distancia, metiéndose en nuestras valijas y en nuestra vida cotidiana para ayudarnos a crecer. Así: chicos, maestros, padres y abuelos, especialistas y vecinos, recibirán con complicidad esta memoria encendida, voladora, hecha de mundos visuales, siempre incompletos para que siga jugando la vida.

 

Chiqui González

Muestra Berni para niños ( Las infancias que vio Berni)

Rosario, Argentina, mayo de 2003.